La RAE define eufemismo como "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante". Tal vez en algunos casos puede resultar positivo el empleo de tales eufemismos, para descargar el significado léxico hiriente en determinadas palabras o para ser, lo que los psicólogos denominan, asertivos. Otras veces, en cambio, solo corresponden a un vicio que únicamente pretenden engañar y poner así a prueba nuestra inteligencia.

En este sentido, tenemos que ser conscientes de que el eufemismo y la mentira apenas están separados por una delgada línea, que en mi opinión, puede ser peligroso no distinguirla.

La situación de crisis económica que aún persiste en nuestro país y que parece que nos acompañará durante un buen puñado de años, es un buen caldo de cultivo para la creación y difusión de muchos de estos eufemismos. Algunos de nuestros políticos escupen a la menor ocasión sus juegos de palabras, presentándonos, los que ostentan el poder, los eufemismos, y los otros, los que lo ambicionan, los disfemismos.

Hay múltiples ejemplos: cuando nos despiden de nuestros empleos es un cese de la actividad. Reformas son los recortes, los que nos asfixiarán y mermarán nuestros derechos. Las subidas de impuestos son un recargo temporal de solidaridad, o crecimiento económico negativo en vez de recesión o simplemente y llanamente crisis económica.

Hay muchos más: ataque militar masivo, en vez de guerra, liberalizar en vez de privatizar, centro penitenciario en lugar de cárcel.

El colmo de la repanocha llega de la mano de la secretaria de Inmigración a propósito de los jóvenes que se ven obligados a emigrar de España porque en ella no encuentran trabajo: "emigran por impulso aventurero".

Un buen número de eufemismos relacionados con este tema político y muchos otros, los podemos leer en este enlace:

http://www.informe-espana.es/sites/default/files/uploads/editors/u269/Parte_II_Cuadro_1_Informe_Espa%C3%B1a_2012.pdf

Pero no solo nuestros políticos son los que ejecutan el lenguaje a base de eufemismos. También nosotros, el pueblo de a pie, somos artistas en la confección de las palabras agradables. Pero aquí la cosa cambia, la lista interminable de eufemismos la empleamos delante de esas personas que no nos simpatizan, mientras que la de disfemismos la arrojamos duramente cuando esas personas no se encuentran presentes: tímido en vez de bruto, no es guapo pero sí simpático, o cardo borriquero, en vez de poco agraciado o callarte sin más y no hacer ninguna observación al respecto. Aún conserva visos de su niñez, en vez de inmadura. Listo en lugar de pedante, ¡pero qué dominio de la verbosidad tienes! en lugar de forzado o rebuscado. Eres una artista, tu poesía me encanta, te admiro, en vez de: deberías seguir componiendo, tal vez algún día escribas algo con suficiente calidad, y además, puntualizando: no todas las frases cortas, unas debajo de las otras es poesía. Y así un largo etcétera.

Todo esto me suscita un temor: de tanto camuflar una verdad, es decir, de tanto recrearnos en ese juego indecoroso de pintarrajear las palabras, alguien puede olvidarse de ese primer sentido original de determinado vocablo o expresión, y creerse la mentira.

Supongo que hay que buscar una postura ecléctica, la de ser condescendientes con nuestros semejantes, pero no engañarles. Y sobre todo, lo más importante: pensar unos instantes antes de opinar.


Martín Delgado





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