El humano necesita las cosas nuevas. El mundo actual tiene un punto de vista de futuro. Lo importante no es el pasado, el pasado es lo malo y lo nuevo y la novedad lo mejor. En esta situación no vemos como algo moderno o algo que sigue nuestra cultura presumir de gastar un teléfono viejo delante de los amigos, utilizar términos cervantinos en un botellón o enamorar con versos del cantar del Mio Cid.  Con esto todo el mundo viola un desarrollo.

El mundo avanza, las máquinas se apoderan de nuestra imaginación y solo pensamos en un invento mejor y en poco tiempo. Los diseñadores industriales buscan nuevos modelos, nuevas palabras capaces de captar la atención de su público. De hecho, las marcas reciben diferentes marcas dependiendo del país, por ejemplo: Trés Semme es Syoss, Don Limpio es Mr Proper… (España-Alemania).

La tecnología al igual que la vida parece que avance mucho más rápido que la vida de nuestros abuelos. Mientras que del descubrimiento del teléfono al móvil se van muchos años, del móvil a los androids de hoy en día se van escasamente unos diez años. Con esto, vienen nuevas aplicaciones, nuevas palabras y nuevos métodos de comunicación.

Como íbamos comentando en artículos anteriores, el problema reside en cuando considerar una palabra nueva incorporada y cuando no.  He aquí la misma situación que teníamos con los extranjerismos y con las marcas, pero esta vez dejo el final abierto a que el lector reaccione y reflexione.


Stefanie Layher






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